Estamos en época de vacaciones y aunque para
Rasmus no son vacaciones esta vez y la próxima contaré sobre sus
experiencias en un viaje a San Diego en California.
Rasmus es un perro pequeño de la raza Sueco-Danés.
Tiene bastante atractivo, es obediente y ha participado en películas de
cine. Hace unos meses se marchó entusiasmado a California de los EE.UU.
para vivir una temporada. Antes de ir definitivamente había visitado a
California unos quince días intentando asegurarse de que fuera buen
sitio de vivir y disfrutar para un perro. Así se lo habían confirmado.
De hecho, le habían contado que los americanos adoraban a los perros, y
que les sabían tratar, educar y querer de una manera extraordinaria.
Pero a Rasmus el viaje le salió como la peor pesadilla de su vida. Nada
más llegar se dio cuenta de que estaba prohibido en absolutamente todos
los sitios de toda California dar una vuelta sin correa, fuera montaña,
desierto, campo, playa o ciudad, de manera que a partir de ahora ya no
podía alejarse más de 2 metros de su amo – que cruz, porque ella no
quería oler ni mirar las mismas rincones que él. Cuando uno está
acostumbrado a ser obediente y por lo tanto normalmente sin correo es
una frustración tener que llevar siempre a su amo “encima”. Bueno,
a los pocos días se dio cuenta de que podía resultar muy sabio no
alejarse mucho de su amo, porque las serpientes de cascabel no se
quedaban en el desierto tal y como se lo habían asegurado los
americanos. Resultaba que estaban dentro de la ciudad, en los patios de
las escuelas y las cajas de juguetes de los niños. Pues la solución
sería dar la vuelta larga del día al anochecer cuando los serpientes
ya se habían acostado, pero tampoco. Desde la puesta del sol hasta el
amanecer escuchaba a los coyotes aullando justo fuera de la verja de su
jardín, y escuchaba como de vez en cuando el aullido se mezclaba con
los gritos fatales de alguno de los perros de los vecinos que terminaba
como cena de coyote. Por si eso no fuera suficiente, al andar con su amo
por sitios aburridos y civilizados todavía había de tener cuidado con
tarántulas y escorpiones. Un día un escorpión le había entrado en
casa a pesar de que sus amos tenían cuidado con siempre cerrar las
redes finitas en las ventanas y puertas. Menos mal que Rasmus tiene un
sexto sentido del peligro y lo vió a tiempo para avisar a sus amos de
que el escorpión estaba a veinte centímetros de la cuna de su hija
recién nacida. “se continua…”
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