Influir sobre la relación entre perro y niño (artículo 1 de dos)
A medida que el bebé va creciendo, empieza a gatear y al poco tiempo a
andar. No se está quieto y lo toca absolutamente todo. Toca lo que para
el perro está prohibido tocar, gatea o camina donde para el perro está
prohibido estar y se sube donde también está prohibido. Visto desde el
punto de vista del perro esto no es justo. Hasta ahora iba aguantando
bastante bien a esta nueva criatura que sus amos habían traído a casa
con sus llantos y su enorme absorción de atención. Pero cuando llega
la edad que el bebé comienza a caminar inseguramente y repetidas veces
se da la situación del perro durmiendo tranquilamente y el niño lo
pisa, lo “atropella” o se cae encima despertándolo con un susto
enorme, o cuando el niño lo empieza a investigar como si fuera un
objeto más metiéndole los dedos en los ojos, estirándolo de las
orejas, las patas o la cola, abriéndole la boca forzadamente o a
perseguirlo por todas partes aunque el perro repetidas veces intenta
esquivar marchándose por ejemplo a su cesta, realmente es el momento de
estar muy al tanto de la evolución de la relación entre el perro y el
niño.
Dicha relación puede llegar a ser verdaderamente única, pero hay que
ver el mundo a través de los ojos del perro, también. Es imposible que
en algún momento el perro no sienta celos o no se sienta apartado (aunque
no lo esté). La manera de hacerlos coger mucho cariño mutuo es
procurar que el perro siempre asocie el bebé con alegría, diversión y
cariño. O sea, cuando el amo viene o pasa por delante del perro con el
bebé le saluda al perro muy alegremente, pero cuando viene o pasa el
perro sin el bebé no le dice nada el perro. Cuando se acerca el bebé
al perro el amo se acerca sin quitarle el protagonismo al bebé y lo
alaba muchísimo pero de una manera tranquila al perro para que no se
levante sino se quede y disfrute de las caricias mutuas del bebé y del
amo. Cuando el amo sale a jugar a la pelota con el perro, lleva al bebé
y primero el niño tira una pelota (cortita) después le amo tira una y
así se van intercambiando. O si hay que darle al perro lo que ha
sobrado de la comida, pues se lo da el bebé. El perro no le morderá.
Todos los perros sanos de la cabeza saben distinguir a la perfección
entre manos humanas y comida. El perro ve que el bebé toma parte en las
cosas agradables y divertidas y le va aceptando poco a poco hasta poder
llegar a quererlo profundamente. Hasta se han dado casos que el niño y
el perro se han querido tanto que quien se ha quedado sintiendo celos ha
sido el amo/el padre/la madre!
Seguiré hablando de este tema el mes que viene.
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